Hoy, 14 de enero de 2020, Microsoft deja de dar soporte al que fue uno de sus más extendidos sistemas operativos: Windows 7. ¿Qué conlleva esto para los usuarios de este sistema? ¿Cómo afecta a la seguridad de los equipos? ¿Estamos obligados a actualizar?
Primeras consecuencias
El que Microsoft ya no dé soporte a Windows 7 (y Windows Server 2008) significa, en esencia, que ya no va a crear actualizaciones ni parches de seguridad de ningún tipo para estos sistemas operativos. En primera instancia, esto afecta principalmente a nivel de seguridad, ya que en cuanto a funcionalidad el sistema seguirá funcionando en un principio exactamente igual. ¿Y por qué a la seguridad?
Cada día se desarrollan nuevos virus y ataques, se encuentran fallos en el sistema… Ahí es cuando entran las actualizaciones y parches de seguridad, cuyo objetivo es cubrir esas brechas para no permitir esos ataques.
¿Cómo de importante es este problema? La gravedad se incrementará conforme pase el tiempo. Como el sistema se va a quedar estancado en enero de 2020, cada mes que pase será un poco más débil y vulnerable, al ir acumulándose riesgos para los que no está preparado.
Y lo cierto es que un solo equipo con debilidades no solo está él en peligro, sino que pone en riesgo a la red entera a la que pertenezca, ya que puede funcionar como puerta de entrada para los ciberdelincuentes y, una vez dentro, acceder a otros equipos y datos.
La inseguridad que genera la falta de actualizaciones y parches es especialmente sensible en el caso de que el equipo con Windows 7 o Server 2008 haga las veces de servidor, ya que todos los equipos de la red accederán de forma regular a él, exponiéndolos a las mismas vulnerabilidades que el equipo no actualizado. Además, los equipos servidores suelen estar encendidos durante largos períodos de tiempo y no estar bajo una supervisión diaria, como los puestos de trabajo, dando más posibilidades de actuar a los virus, malware, hackers y otros del gremio...
Problemas a medio plazo
Otro inconveniente que acarrea el fin de soporte es que poco a poco dejará de haber aplicaciones y hardware compatible con estos sistemas operativos. Seguramente aplicaciones como los navegadores mantengan el soporte durante algunos años, por lo menos mientras mantengan una significativa cuota de mercado, pero cada vez será más habitual encontrar aplicaciones que no sean compatibles.
¿Soluciones? Solo una, en realidad…
No hay muchas posibilidades. La recomendación de Microsoft y la más segura es actualizar el sistema operativo a una versión más actual y con soporte para mantener la seguridad en la red, tanto en clientes como en servidores.
El salto lógico es pasarse a Windows 10. En el caso de usuarios particulares esto no supone un gran problema, ya que sencillamente tendrán que comprar una licencia de Windows 10, o incluso comprarse un nuevo ordenador que tenga Windows 10 incluido, que a día de hoy son prácticamente todos. Donde es posible encontrar más inconvenientes es en el caso de los equipos que forman parte de una red empresarial, con programas específicos instalados, permisos, recursos compartidos… Y aún más en equipos servidores, en los que será necesario migrar una serie de programas y servicios, intervención que debe ser realizado por personal especializado.
Como vemos, la solución es actualizar. No debemos alarmarnos en exceso si aún no hemos realizado el cambio, pero sí hay que tener claro que antes o después, terminaremos actualizando. Si lo hacemos, desde ese mismo momento estaremos brindando a nuestro equipo mayor protección y compatibilidad… ¿por qué demorar?